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¿Quién tiene la responsabilidad sobre tu dinero?

  • purifalcantara
  • 13 jul 2021
  • 4 Min. de lectura



Este no es solo el título del artículo de esta semana, sino que quiero que te tomes unos segundos para hacértela a ti mismo y contestarla. Vamos de nuevo:


- ¿Quién crees que tiene la responsabilidad sobre tu dinero?


Tómate unos instantes y responde.


- Espero que tu respuesta haya sido: “Yo”.


Hemos visto muchas veces, incluso yo lo he hecho con mi hija, que cuando un niño está aprendiendo a andar, se cae y se golpea con una mesa. Es entonces cuando el papá, la mamá e incluso algún hermano mayor o un adulto que haya alrededor coge al niño en brazos y empieza a dar golpes a la mesa diciendo: “¡Mesa mala! ¡Mesa mala!”. ¡Gran error!! Estamos culpando a un objeto del dolor causado.


Si cogiésemos al niño y le dijésemos: “¿Tú eres tonto? ¿No has visto que la mesa estaba ahí?”. Lo estaríamos culpando y también veríamos esto como una barbaridad.





Pero, si cogemos al niño y le decimos: “Tranquilo. Te has caído, ¿pero ves? Ahora puedes volver a caminar y otras veces no te has caído, ¿verdad? Pues venga, ahora cuando se calme un poquito el dolor sigue jugando, que no ha pasado nada grave”.


La situación es la misma, pero el mensaje es completamente diferente:


1.- Victimismo.


2.- Culpabilidad.


3.- Resiliencia.


Pongamos este mismo niño con unos años más y que llega a casa con un suspenso:


1.- La culpa es del profesor, vaya examen más difícil os ha puesto.


2.- ¡Tenías que haber estudiado más! ¡Siempre estás haciendo el vago!


3.- ¡Vaya, has suspendido! Analiza aquello que ha hecho que el examen salga mal, si te han tocado unas preguntas que no habías estudiado, o no habías entendido bien el tema… y la próxima vez seguro que lo harás un poco mejor.


Estos ejemplos están muy simplificados puesto que la mente es mucho más compleja. Esto extrapolado a cientos y miles de experiencias de las que a veces no somos ni conscientes, son los que generarán en nosotros una forma de actuar en muchas situaciones de la vida y el dinero y la economía no se escapan a este tipo de situaciones.




El victimista siempre responsabilizará a otros de su mala situación económica:


- Es culpa del jefe/empresa que me paga poco.

- Es culpa de los políticos que además de “chorizos” no planifican bien los presupuestos.

- Es culpa de leyes financieras, que solo las entienden unos cuantos y son los que se hacen ricos.

- Es culpa de mis padres, que no pensaron en el futuro y no me han dejado una buena herencia.

- Es culpa de los inmigrantes que vienen aquí a trabajar por dos duros.

- Es culpa de los intermediarios que suben los precios.

- Es culpa de los especuladores.


Y, muchas otras más.


Además, este tipo de pensamientos llevan a creer que se merecen todo sin tener que hacer absolutamente nada para lograrlo. Es decir, es el gobierno el que tiene que subir y/o asegurarme las pensiones, es mi jefe el que me tiene que subir el sueldo, porque mira como él tiene un buen coche y una buena casa, etc.


Los pensamientos del que se siente culpable de su situación suelen ser del tipo:


- Ya lo he vuelto a hacer, he comprado esto que no necesitaba y ahora no puedo pagar el recibo.

- Es que yo no sirvo para los números.

- Estuve años alquilando cuando ya mis padres me advirtieron que lo mejor era comprar.

- Me han echado del trabajo porque no sé cumplir con mis obligaciones.

- ¿Cómo voy a prosperar en la vida si siempre he sido un vago?


Y, muchas otras más.


Estas dos formas de enfrentarse a la vida y/o al dinero, tienen un efecto adverso en nuestras finanzas.


Nos impiden cambiar, nos bloquean el cerebro y suelen conllevar problemas económicos asociados, puesto que se relacionan directamente con evitar pensar en el dinero y en soluciones de acción para arreglar el problema, bien sea pidiendo ayuda, bien formándose para aprender, y ni siquiera leer e investigar por internet ideas para mejorar su economía, su puesto de trabajo o la forma de cambiar su manera de pensar.


Es lo que se llama una actitud pasivo-agresiva. Porque lleva asociados síntomas de desdicha.





Sin embargo, la resiliencia, nos ayuda a aprender:


- Hice esta mala inversión porque no me informé suficiente y me dejé guiar por una persona no cualificada. La próxima vez que quiera invertir me informaré mejor y estudiaré más.

- Ayer hice una compra compulsiva, porque me sentía un poco mal. La próxima vez intentaré pararme un poco más a pensar si realmente lo necesito. Y, ahora voy a ir a la tienda a ver si puedo cambiarlo por algo que necesite más.

- El otro día leí una noticia sobre una nueva idea de ahorro, parece un poco complicada de cumplir, pero por probar no pierdo nada, a lo mejor consigo hacerla y aumento mis ahorros.

- Pepe tiene una posición más alta que yo en la empresa y gana más, pero entramos en la misma época. Voy a averiguar cuales sus competencias y cómo puedo adquirirlas.



Es esta mentalidad la que nos lleva a la acción, a aprender, a estar informados de cómo mejorar tanto personal como financieramente, a pedir ayuda, etc.


Y lo más importante a aceptar una responsabilidad sin culpabilidades.


Hemos de empezar a ser responsables de dónde estamos y hacernos responsables de a dónde vamos, porque en el dinero como en la vida nuestros pensamientos, nuestras creencias, nuestras vivencias y nuestras acciones (o falta de ellas) nos generan una forma de actuar.


Conocerlas, asumirlas y cambiarlas solo depende de nosotros.


Y tú ¿con cuál de estas tres actitudes te has sentido más identificado?


Cuéntame en los comentarios que te leo.


¡Nos vemos muy pronto en el próximo artículo!

 
 
 

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